jueves, 27 de octubre de 2016

Soñar con agua - Ana María Torti

Te veo de espaldas. Alguien, oculto, te arroja desde un balde con violencia una agua límpida, purísima, que te penetra, te atraviesa. Y ríes. Y tu risa abierta, espontánea, contagiosa invade el solitario dormitorio y  me despierta.

Me han dicho que es buen presagio soñar con agua transparente.
Si, Es buen presagio. La dicha hoy tiene tu nombre.
La dicha fue encontrarte en mi sueño y seguir con tu recuerdo poblando mis insomnios.




Microrrelato leído en "Córdoba breve. Primer encuentro de microrrelatistas"

sábado, 22 de octubre de 2016

Zonda - Luis Alberto Taborda





En el primer día, un viento fuertísimo corrió y corrió confundiendo a los hombres y aniquilándolos. En el segundo día, los animales de todas las especies fueron dispersos y destruidos por el viento. En el tercer día, los astros y los luceros fueron barridos de sus órbitas y extinguidos. En el cuarto día,  los árboles y todas las formas vegetales sucumbieron. En el quinto día, fueron arrasados por el viento, todos los mares y la tierra. En el sexto día, la luz fue ahogada por las ráfagas y un solo manto de oscuridad cubrió la nada. Por fin, en el séptimo día, cesó el Zonda y Dios descansó.

(Del libro “El oficial Preciso”,2014, Capac Ñan, Chumbicha, Catamarca)

miércoles, 19 de octubre de 2016

Anacronismo - Matías Esteban Aguetti





He cometido un asesinato. Lo confieso sólo ahora que he llegado a comprender la gravedad del daño aquel.
Todo empezó en aquellos días en que yo recientemente salía de la Universidad, ataviado con mi título por emblema. La había conocido a ella mucho antes de pisar por primera vez los terrenos académicos, y más bien podría decirse que ella acudió a mí. Y sin embargo, fue en aquellos años entre apuntes y pupitres cuando llegué realmente a conocerla, a enamorarme de ella. Por ella aprendí, por ella anduve la Academia y al salir, por ella fue que me dispuse a entregar mi vida a la verdad. Fui en cada paso siempre buscando rendirle culto, mis obras fueron para ella y siempre mis logros buscaron la aprobación en su mirada.
Pero el mundo está lleno de sombras, sólo ahora me doy cuenta, ahora que estoy aprisionado. Esas sombras me llevaron por la calidez del reconocimiento y la deslumbrante luz del éxito. Me instaron a torcer mi senda, me llevaron, ciego. Engrandecieron mi nombre en la boca de gobernadores y grabaron todas mis palabras en montañas de papel. Invadí todas las frecuencias y entre catódicas embestidas, Revolucionario llegué a ser nombrado.
Para cuando volví la mirada, ella tenía un reproche para cada logro. Ella me reclamaba a cada paso. Me detestaba al verme entre las sombras, pero yo ya estaba muy alto para oír aquellos reclamos, muy lejos, sólo ahora me doy cuenta. Tambaleó la nobleza de mi cruzada con la fuerza de la duda y finalmente me declaró su traidor. Yo no pude soportarlo, su mirada era ahora un puñal en mi pecho, y enfurecido por la injusta acusación, tuve que destruirla. Y nadie me acusó, pues las sombras cubrieron con su manto aquel sangriento crimen, pero yo todavía lo sé: yo maté a la historia.


Microrrelato leído en "Córdoba breve. Primer encuentro de microrrelatistas"

lunes, 17 de octubre de 2016

Ganas de joder a las estatuas - Daniel Frini

Hoy me puse los ojos de usar zapatos rojos y llovía. Salí, desnudo, a la calle que olía a números imaginarios. Mis brazos comenzaron a susurrar una melodía color sepia, muy parecida a un viejo blues que cantaba Trixie Smith. Quise llorar, solo por hacer algo distinto, pero no.
Caminé siguiendo planos de tesoros sin el menor asomo de letras equis; esquivando dragones chinos y unicornios montados en pelo por gendarmes con gorros frigios y camaleones invisibles sobre los hombros. Algunos empleados de la ciudad estaban sacando lunas gastadas de los faroles, y guardándolas en cajitas de madera, primorosas, para futuros trasplantes.
Dos milenios después habían pasado diez minutos y llegué a la farmacia por designio de los dioses o por la más solitaria casualidad. Quién sabe.
Entré. El farmacéutico, boticario de la vieja escuela, me miró de arriba abajo con sus anteojos para leer inglés antiguo.
«Consiga aquí nuestras píldoras para ser más alto», decía el aviso ―«píldoras», decía, y no «pastillas»―, «píldoras para ser un guerrero bantú, para tener pelos en la lengua, para ser chueco, para derrotar al enemigo, para que perdonen nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, para ser pelado, para bailar sobre el puente de Avignon, para adivinar el futuro en las entrañas del café, para escuchar cómo crece el maíz en las tardes nevadas de otoño».
—Caramba —me dije―. Y aspirina. Una simple aspirina, ¿tiene?
Tenía. Y también tenía agua.
La tomé y miré al cartel, otra vez. «Pastillas para la acidez estomacal», decía.
Volví a la calle y seguí caminando por un día soleado, completamente chato.



Microrrelato leído en "Córdoba breve. Primer encuentro de microrrelatistas"

martes, 11 de octubre de 2016

Efímero y literario - Álvaro Ruiz de Mendarozqueta




Roberto Bentano era un escritor de esos, como Vila-Matas, o Auster o el mismísimo Borges, que escribían sobre escritura. Las tramas eran literarias, los personajes: escritores, lectores, editores, correctores, traductores, críticos, coleccionistas, libreros, bibliotecarios y vendedores. Su personaje favorito, o al menos el que más repetía, era un escritor que buscaba su consagración pero a la vez quería pasar desapercibido. Presentaba obra en todas partes y usaba seudónimos. Creaba revistas y antologías para publicarse pero finalmente no lo hacía por algún prurito que desconocemos. Se presentaba a concursos y obtenía premios pequeños, menciones, cuartos puestos, jamás alguno que implicase publicar el texto. Escribió su biografía varias veces pero allí quedaron los borradores. Dicen que su novela ‘Libro’ es la historia del fracaso premeditado, de la cuidadosa planificación de la literatura inexistente.
Pero esto es una conjetura, jamás leí algo de Roberto.

lunes, 10 de octubre de 2016

Noche de trampa - Eduardo Albarracín




Con la complicidad de la luna, el jardín se vistió de perlas. Una orquesta de violines camuflados entre las hojas tocaba sinfonías antojadizas y, bajo su influjo, bailamos la noche entera. Ella y yo, yo y ella; alma contra alma en la romántica espesura de los sueños. Ella me abrigaba entre sus pechos desnudos, mientras yo apoyaba mi cabeza en su hombro desmembrado y, cruzando mis brazos por detrás de su cintura, le sostenía el ropaje que se deslizaba por su piel húmeda. Así, amarraditos, nos sorprendió la aurora. Presurosos volvimos a ocupar nuestros lugares: ella en la fuente, y yo, al pie del muérdago que trepa la muralla.

domingo, 9 de octubre de 2016

Adolescente - Maria Cristina Chiama






Era bonita, con buenas formas, pelo rapado sobre un costado y largo sobre el otro, la espalda tatuada, claro que sí, con piercing en la lengua y en los labios, de short siempre ¿en invierno? con calzas negras y botas, estaba fuerte dijeron, como para romperle el culo, entonces la espiaron, la siguieron, le ofrecieron llevarla a un palacio, le dieron bebida y drogas, la mimosearon, la manosearon, le metieron mano, se turnaron para penetrarla, uno sugirió una botella por el ano, sangró, la dejaron tirada sobre su vómito. Olía pésimo en el basural cuando llegó la ambulancia, cerraron bien la bolsa, para que no se intoxicara la gente  de bien. Los diarios la condenaron, perdón, condenaron el hecho, no fuera cosa que se empiece a matar a chicas inocentes.