Escuchan nuevamente los gritos.
Se miran,
calladamente.
Vuelven la vista a la pantalla. Jerry sigue escapando
alegremente de Tom.
Un portazo. Escuchan
llorar a mamá.
Se ensimisman ahora en
el correcaminos que hace beep beep.
Se abre la puerta.
-Chicos -dice papá -:
mamá y yo tenemos que hablar con ustedes.
Levantan la vista.
Mamá tiene los ojos
hinchados.
-¿Puede ser después
que terminen los dibujitos? –dice el
menor.
Leo “Dibujitos” y se
me desgarra el corazón. Al título le siguen diez párrafos mínimos, de una o dos
oraciones cortas. La primera oración instala dos interrogantes: ¿quiénes
escuchan?, ¿qué gritos? El título no ayuda al lector, quien tiene que avanzar a
las siguientes oraciones para establecer que se trata de niños que ven
dibujitos animados en la televisión mientras sus padres mantienen una pelea.
Apenas unas pocas palabras construyen ambas situaciones narrativas: pantalla,
Jerry y Tom,y correcaminos en un caso;gritos, portazo, llorar y ojos hinchados
en el segundo. No hacen falta más, puesto que bastan para orientar la
comprensión basada en modelos mentales adquiridos por propia experiencia o por
conocimiento de la experiencia de otros.
En el marco de tal economía de palabras, la selección de las usadas es aún más relevante que en otros textos. Releo y encuentro el espesor de tres palabras: nuevamente, calladamente y ensimisman. El primer adverbio da cuenta de la repetición de la vivencia, de manera que la discusión de los padres se sabe habitual. El segundo, de la impotencia de los chicos, quienes no pueden siquiera hablar. El verbo, de esa misma impotencia que los hace replegarse en sí mismos viendo dibujitos.
A los gritos (que pueden proferir ambos padres), el portazo (que puede haber dado cualquiera de ellos) y el llanto (que escuchan de la madre y que resulta solidario con la hinchazón de sus ojos), se opone el silencioy el ensimismamiento de los chicos, quienes saben que todo conduce a la ruptura de los padres y no pueden hacer nada para cambiar ese rumbo, por lo que prefieren retardar su confirmación oral por parte de los padres.
Pienso en que los dibujitos animados propician la evasión. Pero me pregunto si los cortometrajes que ven, Tom y Jerry y El coyote y el correcaminos, se vinculan con la situación familiar de alguna manera. El primero se centra en los intentos frustrados del gato para atrapar al ratón (los que generalmente no hablan, puesto que su comunicación se reduce a los gritos de dolor o a tragar saliva), esquema que se explica por la naturaleza de ambos animales en algunas ocasiones pero que en muchas se extiende a otros motivos, tales como un malentendido, un conflicto, el placer de atormentar al otro, la venganza, el juego. El segundo, inspirado en Roughin it(Pasando fatigas o Una vida dura) de Mark Twain (relato autobiográfico de su viaje en busca del oro por el desierto, donde los coyotes hambrientos cazarían correcaminos), fue creado como parodia de los dibujitos populares de gato y ratón, así que el coyote nunca logra capturar o matar al correcaminos e igualmente ambos personajes son mudos salvo el bip-bip del velocísimo e inalcanzable pájaro.
Me parece que más que convocar el sentido de la violencia (que sería demasiado explícito y por lo tanto superficial), estos dibujitos animados establecen la frustración y el fracaso (Tom nunca caza a Jerry, el coyote tampoco al correcaminos), quizá los mismos sentimientos de cada uno de los integrantes de la familia. Creo que el texto, de sintaxis apretada y extrema condensación semántica, trabaja en el lector el sufrimiento de todos los involucrados, tanto de los chicos como de mamá y de papá, pues a todos se les muere el proyecto familiar.
En el marco de tal economía de palabras, la selección de las usadas es aún más relevante que en otros textos. Releo y encuentro el espesor de tres palabras: nuevamente, calladamente y ensimisman. El primer adverbio da cuenta de la repetición de la vivencia, de manera que la discusión de los padres se sabe habitual. El segundo, de la impotencia de los chicos, quienes no pueden siquiera hablar. El verbo, de esa misma impotencia que los hace replegarse en sí mismos viendo dibujitos.
A los gritos (que pueden proferir ambos padres), el portazo (que puede haber dado cualquiera de ellos) y el llanto (que escuchan de la madre y que resulta solidario con la hinchazón de sus ojos), se opone el silencioy el ensimismamiento de los chicos, quienes saben que todo conduce a la ruptura de los padres y no pueden hacer nada para cambiar ese rumbo, por lo que prefieren retardar su confirmación oral por parte de los padres.
Pienso en que los dibujitos animados propician la evasión. Pero me pregunto si los cortometrajes que ven, Tom y Jerry y El coyote y el correcaminos, se vinculan con la situación familiar de alguna manera. El primero se centra en los intentos frustrados del gato para atrapar al ratón (los que generalmente no hablan, puesto que su comunicación se reduce a los gritos de dolor o a tragar saliva), esquema que se explica por la naturaleza de ambos animales en algunas ocasiones pero que en muchas se extiende a otros motivos, tales como un malentendido, un conflicto, el placer de atormentar al otro, la venganza, el juego. El segundo, inspirado en Roughin it(Pasando fatigas o Una vida dura) de Mark Twain (relato autobiográfico de su viaje en busca del oro por el desierto, donde los coyotes hambrientos cazarían correcaminos), fue creado como parodia de los dibujitos populares de gato y ratón, así que el coyote nunca logra capturar o matar al correcaminos e igualmente ambos personajes son mudos salvo el bip-bip del velocísimo e inalcanzable pájaro.
Me parece que más que convocar el sentido de la violencia (que sería demasiado explícito y por lo tanto superficial), estos dibujitos animados establecen la frustración y el fracaso (Tom nunca caza a Jerry, el coyote tampoco al correcaminos), quizá los mismos sentimientos de cada uno de los integrantes de la familia. Creo que el texto, de sintaxis apretada y extrema condensación semántica, trabaja en el lector el sufrimiento de todos los involucrados, tanto de los chicos como de mamá y de papá, pues a todos se les muere el proyecto familiar.
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