En el primer día, un
viento fuertísimo corrió y corrió confundiendo a los hombres y aniquilándolos.
En el segundo día, los animales de todas las especies fueron dispersos y
destruidos por el viento. En el tercer día, los astros y los luceros fueron
barridos de sus órbitas y extinguidos. En el cuarto día, los árboles y todas las formas vegetales
sucumbieron. En el quinto día, fueron arrasados por el viento, todos los mares
y la tierra. En el sexto día, la luz fue ahogada por las ráfagas y un solo
manto de oscuridad cubrió la nada. Por fin, en el séptimo día, cesó el Zonda y
Dios descansó.
(Del libro “El oficial
Preciso”,2014, Capac Ñan, Chumbicha, Catamarca)
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